Llegamos aquí
Si, llegamos a un punto donde no hay más escapatoria: la ganancia nos toma a hierro y palo, intentamos de escapar pero si salimos por la derecha, esta nos trampa por la izquierda.
Pues eso, no te preocupes mucho porque elegimos así. Tal cual si no hubiera ganancia, nos encerraríamos en una caja y des de allá veríamos el mundo pasar.
¿Y para que ella existe? Para que nos tome como que? O como cual la deberíamos tomarla?
La competitividad está ahí, y sobre la ganancia conseguimos mirar a un futuro, claro pues con ella decimos que somos fuertes, exigentes con nuestras vidas y que tenemos un bocado de “todo va bien“.
Nos importa más la competividad sí, porque con ganancia ya tenemos lo suficiente y somado a un poco más de prepotencia que varia de un ser a otro, podemos tomarla con más profundidad.
Nuestra sociedad nos exige más y más y por ella, por “la Patria“ seremos lo que ella quiere que seamos además de la telebasura que ensañan a la pequeñéz desde muy temprano como deben comportarse. De ahí la competitividad: soy tu mejor premio, no lo ves? Nuestras mentes nos conducen muy fuertemente al deseo, que como decía algunos de los filósofos antiguos “ Abandonad el deseo y seréis felices!“ Pues nada, no vamos con los deseos con una infinitud que no se compara al mar.
